Menos tráfico en las carreteras, la producción industrial parcialmente cerrada, tiendas cerradas, oficinas desiertas, los efectos de la crisis provocados por el coronavirus fueron enormes. La reducción de las emisiones por medio de un menor tráfico y menos procesos industriales también tuvo un efecto directo en la calidad del aire, como muestran los análisis de la Agencia del Medio Ambiente.
En lugares cercanos al tráfico y en las ciudades, la contaminación con óxidos de nitrógeno, que en gran parte se origina en el tráfico, ha disminuido considerablemente desde el 16 de marzo de 2020.
En las capitales se observó una disminución de la contaminación por NO2 entre casi el 30% y casi el 50% en comparación con los valores medios mensuales de los años 2018 y 2019.
Todo esto se puede medir con medidores de co2, los cuales ayudan a tener una medición exacta de cuanto CO2 hay en el ambiente.
El tiempo y el polvo fino
Sin embargo, en días concretos de marzo se midieron cargas más altas que en años anteriores. Esto se debe a las condiciones meteorológicas, que tienen una influencia decisiva en la calidad del aire.
En el peor de los casos, se emiten menos contaminantes, pero no se pueden propagar y, por lo tanto, las concentraciones siguen siendo elevadas. Para la materia particulada, el análisis de los efectos de la corona es más complicado.
La materia particulada tiene muchas fuentes diferentes, como el combustible doméstico, el tráfico, la industria, pero también la agricultura, y también se transporta a través de largas distancias (por ejemplo, la arena del desierto).
Además, la materia particulada también puede formarse a partir de contaminantes completamente diferentes, las llamadas sustancias precursoras. A finales de marzo, el polvo del desierto del Sahara y del desierto de Karakum causó un nivel relativamente alto de contaminación de material particulado. Además, el clima era muy fino y extremadamente seco, lo que significaba que se eliminaba menos polvo de la atmósfera.
Los contaminantes atmosféricos críticos para la salud humana y el medio ambiente son principalmente el polvo fino (PM10, PM2,5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono (O3). Las partículas se originan en muchas fuentes diferentes; las emisiones de sustancias precursoras en el hemisferio norte y los complejos procesos químicos en la atmósfera son responsables del ozono. El NO2 de las carreteras más transitadas proviene principalmente del tráfico rodado (vehículos Diesel).
La alta calidad del aire: Una contribución a largo plazo para la salud
Los cambios a largo plazo, especialmente en las estructuras de la movilidad o en el comportamiento de la misma (más tráfico a pie, en bicicleta o trabajando desde tu casa) también pueden contribuir de manera importante a mejorar la calidad del aire en el futuro.
Para ello se requieren condiciones marco adecuadas, como la ampliación de la infraestructura para ciclistas y peatones o la infraestructura digital. En general, la alta calidad del aire a largo plazo también contribuye a la salud de la población.
Fuente: medidores de co2